lunes, 3 de diciembre de 2007

EL VALOR DE LA EDUCACIÓN TÉCNICA SUPERIOR

Dr. Nelson Campos Villalobos

En los momentos en que se habla de mala calidad de la educación media del país y en momentos en que hay una enorme demanda por vacantes en las universidades, se hace necesario aportar algunas ideas sobre el verdadero valor de la educación técnica que se entrega a través de los Centros de Formación Técnica del país. 1.- Consideramos que está en juego la supervivencia del sistema de CFT del país, debido a la competencia de las universidades, las que por no poder crecer más con la oferta de carreras con licenciatura, están creando tecnológicos o comprando CFT existentes. 2.- El posicionamiento de la oferta ya no puede estar centrada en que la educación técnica es solamente una alternativa, es decir algo que es inferior en calidad o status social a la educación universitaria. Como en otros países de mayor experiencia con esta área, la educación tecnológica es importante, es prioritaria y conduce a un buen nivel de vida de los egresados; la pirámide de la educación está en Chile invertida, porque hay más profesionales titulados o en proceso de serlos, que técnicos titulados, que son los que realmente necesita el país. La cesantía en los niveles universitarios, como periodistas, psicólogos, ingenieros comerciales y otros, es el precio que paga la sociedad nacional por esta situación. 3.- Actualmente la gente cree que la educación tecnológica no produce movilidad social, no inmuniza contra la cesantía ni produce un nivel de vida bueno para los egresados. Eso explica la alta demanda –desmesurada- por educación universitaria, y los padres privilegian a esas instituciones, cualquiera que sea la carrera en que los hijos estudien. La existencia de muchos pre-universitarios es clara respuesta a la creencia generalizada que hemos expuesto. Debido a la mala calidad de la enseñanza impartida en la educación media, los padres deben gastar –tanto como cuesta una buena enseñanza técnica- en tratar de nivelar a sus hijos para que obtengan un puntaje que les permita el acceso a la universidad. Aquí existe una mala apreciación de la realidad, toda vez que no basta con lograr el puntaje mínimo requerido, cercano a los quinientos puntos, porque lo que decide el éxito o fracaso en la universidad está ñigado a la autodisciplina, a los recursos económicos disponibles y al nivel cultural de la familia. Más del cuarenta por ciento de los estudiantes de primer año fracasa en su intento de permanecer en la universidad: el problema no es entrar a la universidad; el problema está en poder continuar hasta titularse. Y eso significa estudiar y aplicar métodos de trabajo que significa un gran esfuerzo. Se estima que por cada hora de clases el universitario debe emplear dos horas de estudio personal serio y comprometido. 4.- La visión que tienen los países desarrollados sobre la educación tecnológica es diferente a la nuestra. Por ejemplo, el MIT de los Estados Unidos no se promociona ni identifica como universidad, sino como INSTITUTO TECNOLOGICO, pero es el centro al que acuden los mejores estudiantes del mundo a doctorarse en tecnología y ciencias y en sus aulas trabaja el más alto porcentaje de premios Nobel del mundo. Por otra parte, y también ocurre en Chile, un técnico superior puede ganar más dinero que un profesional universitario; depende del área de trabajo y del esfuerzo y superarción del técnico, que si es un verdadero experto logra una alta remuneración. Por ejemplo, en Chile, los técnicos ópticos y si son especialistas en lentes de contacto pueden ganar, incluso al egresar, más que un sociólogo o un periodista y están lejos de las remuneraciones que recibe una persona con el grado de licenciado. 5.- Consecuente con lo anterior son las autoridades educacionales las que han fallado en dirigir el proceso educacional y son en parte los grandes responsables de la mala calidad de la educación; son ellos los que han equivocado el diagnóstico sobre lo que es importante para el país, han errado la brújula educacional, porque ha primado lo que es políticamente conveniente y lo que trae votos, como la falacia de universidad para todos; en realidad, lo que lo que es válido es educación superior para todos lo que sean capaces. Y en esa educación llamada superior o terciaria, están incluidos los Centros de Formación Técnica y los Institutos Profesionales. También es un hecho que en la División de Educación Superior no hay doctores para investigar y hacer un diagnóstico de lo que precisa realmente el país. Todo esto lleva a la situación actual.¿Podemos extrañarnos de la mala calidad de la educación de lo que se generaliza como concepto hasta afectar a toda la educación nacional? Ni siquiera se cuenta con una burocracia educacional culta en el país, que tenga los grados académicos que requiere la alta jefatura de los servicios. Así, por triste ejemplo, hay una carencia en la burocracia educacional de doctores en educación, no por que no los haya en el país, sino porque simplemente no hay una carrera funcionaria que asegure que los más preparados ocupen las jefaturas. Estas son ocupadas por designación política, lo que no asegura la calidad del desempeño funcionario. ¿Cómo buscar la calidad en los estudiantes si las autoridades no la tienen para poder tomar decisiones sensatas? ¿Pueden los ciegos dirigir a otros? 6.- Pese a la amplia discusión sobre el tema de la calidad de la enseñanza, no hay quejas sobre la calidad de la educación que proporcionan los Centros de Formación Técnica, puesto que la mayor parte de sus egresados trabaja en su área formativa, tiene prácticas incluso pagadas y acceden esos jóvenes con facilidad al trabajo, a diferencia de los graduados universitarios. Entonces, ¿dónde debe centrarse el esfuerzo nacional? Está pendiente la gran tarea nacional: si deseamos una mejor educación y de calidad para nuestros hijos, empecemos por reestructurar al Ministerio de Educación, haciendo que los más capaces lleguen a sus numerosas oficinas y que permita que los funcionarios sean sometidos a evaluación y todos los cargos se llenen mediante concurso nacional. Necesitamos más especialistas y menos incompetencia. A modo de ejemplo, no sabemos siquiera cuántos doctores están asesorando a la Comisión Presidencial de 80 personas que están trabajando en este momento por hacer propuestas válidas para el mejoramiento de la calidad. Se ha señalado que hay funcionarios del Ministerio trabajando en la Comisión, pero no sabemos cuál es su real calidad y capacidades académicas para ese desempeño. Por todo lo anterior, hay que iniciar un diálogo nacional sobre cuál es la educación superior que necesita el país, crear instancias de diálogo en los partidos políticos, en las autoridades, en la comunidad; posicionar a la educación tecnológica superior como lo que es: un conjunto de empresarios, profesionales, familias y estudiantes que trabajan para todos los jóvenes del país, que da trabajo a miles de personas, que dignifican su tarea y que no es una simple alternativa: es lo mejor que puede ofrecerse a los jóvenes del país y del extranjero que acuden a sus aulas para convertirse en los técnicos que necesitamos en el Siglo XXI.

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