miércoles, 5 de diciembre de 2007

DIGNIDAD DEL SER HUMANO Y EL TRATO A LOS ESTUDIANTES:

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS


El concepto de hombre es anterior al de nacionalidad, riqueza, religión o participación social. Los romanos tenían un aforismo que aún tiene validez: Homo sum, et nihil humanum alienum a me puto, que podemos traducir literalmente como: Soy hombre, por tanto nada humano me es ajeno.Este es el punto de partida para el análisis de la dignidad. Se dice que éste es el valor primordial a partir del cual se configuran los demás valores relativos al ser humano. Es un valor singular que nos viene dado. Esta dignidad que se hace sujeto de derechos y de respeto, es una característica que deviene del solo hecho de pertenecer a la especie humana. Esta cualidad no es divisible ni es transable. De este concepto se desprende que la vida, desde su inicio, es un bien y un derecho intransable del hombre. También los derechos humanos parten de esta idea fundamental. Es importante considerar que la especie humana es una sola, por lo cual todo alegato sobre razas y supuestas superioridades o inferioridades de un determinado grupo humano, es antiético. El filósofo Kant señaló: "La humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple instrumento, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello estriba su dignidad".

Para la Iglesia católica, el hombre fue creado por Dios como persona, por tanto es un ser individual independiente, que por razón de su naturaleza espiritual está capacitado y tiene mandato de ordenar por sí mismo responsablemente su vida (Hormann, 1985:267)

Para Santo Tomás de Aquino, el hecho que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, le hace superior al resto de la creación. Ese pensador católico señala también que el hombre posee una voluntad libre que le permite dirigirse a sí mismo hacia su propia perfección. En la Summa Theologiae expresa Santo Tomás "el hombre es imagen de Dios en cuanto es principio de sus obras por estar dotado de libre albedrío y dominio de sus actos". Puede, por tanto, el hombre elegir su destino y esa libertad le permite escoger el bien o el mal.

Todo hombre posee dignidad y no es posible perder esa condición, puesto que es independiente aún de la consciencia: los niños pequeños, los enfermos mentales, los que aún no nacen y también, las personas más ruines poseen igualmente esa dignidad. El respeto a la persona es la consecuencia de esa dignidad.

Kant señaló que la dignidad humana es el valor supremo del hombre y trata de correlacionar conceptualmente este concepto con la autonomía moral, la que se cumple cuando las máximas morales que rigen la conducta de un individuo son generalizables como leyes en tanto compatibles con la libertad de todos. Para ese filósofo, cada ser humano es un fin en sí mismo y ningún individuo puede ser tratado como un medio y esta máxima es la clave para entender la dignidad humana.
Las fuentes de dónde deviene la dignidad del ser humano pueden ser varias:
La idea de ser producto de la creación divina, a imagen y semejanza de Dios;
O por el hecho de poseer cualidades únicas en la naturaleza, como el poder de raciocinio, el lenguaje y la capacidad moral, por lo cual hay un antecedente ontológico y a la vez moral en esta dignidad
O por el simple hecho de haber nacido como humanos, pertenecientes a nuestra especie. Es importante acotar que la dignidad humana no se pierde aunque el individuo cometa actos indignos: aún el más ruin de los seres humanos posee esa dignidad por el sólo hecho de pertenecer a nuestra especie. A veces, ante actos malvados cometidos por algunos individuos cuesta aceptar que deba respetarse su dignidad, pero si actuásemos de otra forma estaríamos justificando la maldad humana. La dignidad humana es anterior a la autonomía moral. A la dignidad humana se asocia: el respeto a la persona, a sus derechos humanos, a su libertad; la tolerancia ante la diversidad humana y el respeto al proyecto existencial que hay en cada individuo.

En la escuela, la formación moral es la base para comprender el concepto de dignidad humana y esta educación os debe basarse en ideas potentes, cuales son el respeto al otro, el reconocimiento de las propias imperfecciones; el rechazo a la burla y a las descalificaciones; la promoción permanente de la tolerancia; la internalización de los derechos humanos; la búsqueda y práctica de la solidaridad; la identificación con los valores de la sociedad; el rechazo a las conductas indeseables, como la delincuencia.

El trato digno a los estudiantes implica:
Principio del respeto a cada uno, considerándolos persona sujeta a dignidad
Principio de benevolencia: significa buscar siempre el bien para cada uno alumno, evitando producir algún daño físico (como en el castigo) o mental, o algún efecto perverso indeseado (evitar el doble efecto es siempre deseable);
Principio de justicia, tratando a todos los alumnos en la misma forma ante las evaluaciones y reglamentos,
Principio de utilidad, procurando tratarlos de manera que se produzca siempre un efecto beneficioso para la mayoría de los estudiantes y ojalá para todos y cada uno de ellos.
Principio de integridad: El docente debe comportarse siempre con la honestidad del auténtico profesional, que emplea la verdad, la equidad, la justicia como sus valores centrales en el trato con el alumno.
Principio de equidad, ayudando a quien por causa ajena a la sí mismo sufre de alguna disminución en sus capacidades cognitivas o emocionales.
Principio de igualdad, dando a todos los estudiantes el mismo trato, independientemente de su género, habilidades cognitivas y sociales
Principio de tolerancia: aceptar plenamente, racionalmente la diversidad humana

La caracterización de ser humano es importante que sea interiorizada por los alumnos y se resumen en los siguientes puntos:
El hombre posee subjetividad y es capaz de formar un mundo interior propio
Posee la capacidad de darse cuenta de su existencia, de su trascurrir en el tiempo, en el espacio y en la sociedad humana,
Descubre que posee una trascendencia que va más allá de su existencia temporal
Cada ser humano tiene y puede desarrollar su propio proyecto de vida
Ahora bien, hay un tema pendiente, el cual es el referido a la dignidad del docente, cualquiera sea el nivel en que se desempeña. Esta deuda ética que tiene la sociedad con el maestro, deberá resolverse pronto, por el bien de las futuras generaciones. Ese tema lo abordaré en otro artículo.

EL CONCEPTO DE ESCUELA

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

El Diccionario de la Rae es más que esclarecedor sobre este término:
Del lat. Schola.
1. f. Establecimiento público donde se da a los niños la instrucción primaria. 2. f. Establecimiento público donde se da cualquier género de instrucción. 3. f. Enseñanza que se da o que se adquiere. 4. f. Conjunto de profesores y alumnos de una misma enseñanza. 5. f. Método, estilo o gusto peculiar de cada maestro para enseñar. 6. f. Doctrina, principios y sistema de un autor. 7. f. Conjunto de discípulos, seguidores o imitadores de una persona o de su doctrina, arte, etc. 8. f. Conjunto de caracteres comunes que en literatura y en arte distinguen de las demás las obras de una época, región, etc. Escuela clásica, romántica Escuela holandesa, veneciana 9. f. Cosa que en algún modo alecciona o da ejemplo y experiencia. La escuela de la desgracia La escuela del mundo 10. f. pl. Sitio donde estaban los estudios generales.
También se habla de escuela para referirse a unidades universitarias especializadas en una carrera; así existen Escuelas de Derecho, de Medicina, Odontología, Optometría, etc.
El Dr. Carlos Rainusso precisa sobre la etimología del término escuela:
Si nos remontamos al origen etimológico, su significado proviene de la voz griega scole, pasando por el vocablo latino schola, antecedente inmediato del español, del que tomó los significados del lugar donde se realiza la enseñanza, el aprendizaje, y a su vez, la doctrina que se enseña y se aprende.

Desde la pedagogía, la escuela es la institución de tipo formal, público o privado, donde se imparte cualquier género de educación. Una de sus importantes funciones que le ha delegado la sociedad es validar el conocimiento de los individuos que se forman, de manera de garantizar que contribuirán al bien común mediante sus destrezas, habilidades y conocimientos adquiridos. Hasta el presente, no ha existido una mejor alternativa a la escuela para la entrega de conocimientos y aún, con el enorme desarrollo de la red Internet y de los medios y metodología de la educación a distancia, no creo que desaparezca esta institución, debido a que la gran red no enseña valores ni habilidades motoras ni favorece la interacción con los demás. El principal teórico y casi el único que insistió en desescolarizar la enseñanza fue el ruso Iván Illich (1926-2002). Este filósofo señalaba que la cultura solamente permitía la creación de una sociedad consumidora, para evitarlo, la cultura se debía fundamentar en la transmisión directa y verbal y no por los libros o por la experiencia del saber.
Veamos el concepto que tenía Froebel del término:

La escuela tiene por objeto dar a conocer al joven la esencia, el interior de las cosas, y la relación que tienen entre sí, con el hombre y con el alumno, a fin de mostrarle el principio vivificador de todas las cosas y su relación con Dios. El fin de la enseñanza está en referir a Dios la unidad y las diversas condiciones de todas las cosas, para que el hombre pueda obrar en la vida según las leyes de Dios. El camino para llegar a esto, es la enseñanza o la instrucción.
La escuela, la enseñanza, presenta al alumno una especie de similitud entre el mundo exterior y él mismo, aparecido en este mundo, y sin embargo le muestra el mundo como cosa que le es perfectamente, opuesta, extraña y en completo contraste con él. Más adelante, la escuela lo hará distinguir las relaciones individuales de las cosas entre ellas, y le demostrará la comunidad intelectual de las mismas. El alumno será llevado, por el conocimiento de las cosas, a comprender su valor intelectual. De esta suerte, llega el niño a penetrar el interior de las cosas por medio de su aspecto exterior, acto que corresponde con el de su salida de la casa paterna para ingresar en la escuela. No damos a esta enseñanza el dictado de escuela por la sola razón de que disponga al niño a apropiarse una cantidad mayor o menor de cosas exteriormente variadas, sino porque esta enseñanza es el soplo intelectual que anima todas las cosas a los ojos del hombre.
Que todos aquellos a quienes incumben la conducta, la dirección y el establecimiento de las escuelas, reflexionen bien sobre esta verdad, y hagan prácticamente de la misma todo el caso que merece. La escuela debe tener una noción real de sí propia, un exacto conocimiento del mundo exterior y del niño; debe poseer el conocimiento del ser de uno y otro, a fin de operar la unión entre ambos; debe poder ofrecerse como árbitro entre ambos, dar a cada uno de ellos el lenguaje, el modo de expresión y la inteligencia recíproca. La acción de la escuela es capital, y su resultado, mayor. He ahí porqué quien profesa este arte superior, es apellidado maestro, y como enseña al joven la manera de hallar la unidad que reina en todas las cosas, se le apellida maestro de escuela
.

La división entre escuelas privadas y escuelas del Estado o públicas, está afirmando la separación de las clases sociales. Es casi seguro que las familias pertenecientes al quintil más favorecido económicamente enviarán a sus hijos a las escuelas pagadas; en cambio es muy difícil encontrar a un niño de los estratos más desfavorecidos asistiendo a una escuela privada. Quienes promueven la integración social obligando a las escuelas pagadas a recibir un porcentaje de niños de los quintiles más bajos económicos no están considerando las reales diferencias, de manera tal que solamente harán muy penosa la permanencia de esos niños en un ambiente hostil y que no comprende la existencia de pobres. Es un hecho bien establecido que la clase política no envía a sus hijos a escuelas públicas. Por otra parte, cuando no hay correspondencia entre las prácticas culturales de la familia y las de la escuela, se puede asegurar que existirá un fracaso escolar o al menos un rendimiento escolar bajo.
Para mí, es aplicable la Teoría de la Justicia de Rawls en la educación: la escuela debe ser de la misma calidad para todos los ciudadanos, de tal manera que si no es así, el Estado debe compensar a los menos favorecidos, si no son culpables de esa condición. Es decir, el niño que es inocente y está indefenso porque no puede acceder a una educación de calidad, merece una compensación, ya sea esta alimentación, recursos para la escuela que lo atiende, becas, etc. De otra manera, ¿de qué sociedad justa estamos hablando?

martes, 4 de diciembre de 2007

EL MODELO DE APRENDIZAJE BASADO EN COMPETENCIAS EN LA FORMACION DE PEDAGOGOS

Dr. Nelson Campos Villalobos

Las universidades, como espacio destinado al pensamiento y a la investigación, tienden a seguir modelos aprendidos en cuanto al quehacer docente. El académico aprende de otros académicos y a veces mantiene durante toda su vida laboral el mismo estilo de enseñanza.
Pero, los tiempos han cambiado, y las exigencias sociales y las presiones de los estudiantes, hacen que la labor de los académicos esté girando en 180 grados. Antes, la formación inicial en las carreras estaba dada por un centrarse en la enseñanza. El profesor, al igual que en la edad media, basaba su labor en mantenerse al día en su especialidad y en trasmitirla directamente al estudiante mediante un estilo magistral, en que la exposición en la clase y la lectura obligatoria constituía la manera en que el alumno aprendía. El académico escoge las lecturas y agobia al estudiante en carreras hacia la biblioteca o a la central de apuntes, entidad existente en muchas instituciones, en donde, en violenta trangresión a la ética mínima, se fotocopian los textos. La participación del estudiante es mínima, pues así no encauza sus conocimientos, porque no sabe qué estudiar si no lo indica expresamente el maestro. No hay crítica alguna en esa metodología. En la lejana edad media, al menos había un encendido debate de ideas entre los alumnos y el maestro, a quien ellos pagaban y se sentían por lo mismo con el derecho a exigir sus conocimientos en forma clara y en permanente discusión. El modelo actual, anticuado a estas alturas, se gestó y desarrolló entre los siglos XVI al XX, sin mayores innovaciones. Es evidente que siempre han existido maestros que se han revelado contra el sistema, buscando didácticas más participativas. Pero sería necesario que todo el cuerpo de académicos esté involucrado en el nuevo modelo para poder llegar a hacer cambios.

Basta un ejemplo para darse cuenta de esta realidad. El académico universitario actual, en Chile, que labora en varias instituciones, pagado por horas, no tiene tiempo para enseñar en forma distinta y creativa. No le importa el estudiante, que pasa a ser solamente un medio para que el maestro subsista económicamente. Kant, que fue profesor universitario toda su vida –y un excelente académico como señalaron en su momento sus alumnos- se extrañaría si conociera el sistema universitario chileno, especialmente en cuanto a metodologías didácticas. Acuérdese el lector que Kant escribió un pequeño tratado de pedagogía que puede aún leerse con provecho.

También me llama la atención que en casi ninguna facultad de educación exista una unidad de Alta Pedagogía que sirva de referente, de modelo y de enseñanza para los académicos que no son docentes de profesión. Si los que forman a los alumnos de pedagogía fuesen tan buenos en su quehacer, sin duda que estarían formando escuela dentro de la universidad. Si no es así, es porque los demás no ven en ellos ese referente profesional.

EL CAMBIO EN LA DOCENCIA UNIVERSITARIA

Un vuelco se produce cuando se descubre una nueva mirada al rol del docente universitario, imaginándolo ya no centrado en el enseñar, sino en el aprendizaje del alumno. Lo que se quiere promover ahora no es la distancia de conocimientos entre el que enseña y el que aprende, en un accionar alejado de la vida real y de la práctica laboral. Literalmente, el académico tradicional se enclaustró en el proceso, alejándose de lo práctico y ahondando mucho, quizás demasiado, en la teoría, en lo libresco acrítico. Para mí, es absurdo pretender entregar a los futuros maestros un mar de conocimientos de apenas un centímetro de espesor. Creo que lo importante es centrarse en aquellos saberes que justifican lo que debe saber un maestro en la sala de clases. Veamos cómo conciliar esos saberes con la enseñanza de la pedagogía.

Una forma de atender a la nueva formación de maestros, es empleando el modelo educativo llamado ABC, es decir, el Aprendizaje Basado en Competencias. Pero atención: este es un simple modelo de enseñanza y como tal tiene serias deficiencias, puesto que lo que realmente es valioso en el proceso de enseñanza-aprendizaje es el currículo oculto, lo que no se ve pero que acompaña al proceso de adquirir conocimientos. Son los valores, la autodisciplina, el pensamiento crítico, la lógica de lo cotidiano lo que permite lograr competencias.
El concepto de competencia, sin un referente valórico, reduce a lo técnico las habilidades del ser humano y como ellas son prácticamente infinitas, pretender diagnosticar y apartar las que se se requieren es un proceso tan complejo que puede llevar a efectos perversos inesperados. El ser humano no puede ser tratado como un robot ni el aula universitaria es una caja de Skinner para hacer experimentos con los futuros pedagogos.
Pero no quiero desanimar al lector que se interesa en el tema de las competencias en el aprender. En otro momento trataré las debilidades del modelo. Por ahora me limitaré a explicarlo con mucha sencillez.

Como existe amplia información en la red sobre este tema, quisiera ahora hacer solamente un breve recuento de sus principios, esperando despertar el apetito por saber más sobre este tema.

PRINCIPIOS BASICOS DEL ABC

1.- Se basa en un perfil del egresado; se investiga en el medio laboral cuál es el verdadero quehacer del profesional, se determinan los saberes teóricos y prácticos que van con ese perfil. El estudiante puede conocer desde el comienzo de la carrera qué se espera de él para cuando reciba su título; conoce el por qué existen determinadas asignaturas en el currículo y sabe cuáles son las habilidades que serán evaluadas y las destrezas pedagógicas que deberá tener a la época de su egreso.

2.- Por su parte, los académicos, unidos por su interés en el nuevo proceso, aunan sus esfuerzos para que el modelo funcione; seleccionan las competencias para adecuar los contenidos al logro de ellas; buscan la participación del estudiante, le informan sobre esas competencias y el estudiante siempre sabrá que se evaluará y qué se espera de sus aprendizajes. Como un capitán de barco, el directivo del proceso, ya sea el Decano o el Jefe del Departamento de Educación, sabe siempre en qué rumbo y hacia donde se dirige la formación de sus estudiantes.

3.- La nueva visión es holística: interesa la globalidad, interesa lo que hará y será el profesor de aula al término de su formación. El perfil profesional es el que guía todo el proceso de formación, incluyendo la alta tecnología didáctica que debe emplear cada uno de los académicos formadores.

4.- Si el perfil profesional orienta al proceso formativo, las competencias son las que guían a todo ese proceso. Es decir, todo parte y todo termina en las competencias, en una alimentación constante de la evaluación del logro formativo.
Las competencias son, en resumen, las tareas o procederes de tipo laboral que desempeña realmente el egresado; el perfil del egresado es, entonces, lo que hace, el cómo lo hace y por qué lo hace.

5.- Las competencias se originan y se fundamentan en el hacer, en el ejercicio cotidiano de la profesión de maestro. Esta visión es ecológica, porque el maestro se forma en un medio, vive y labora en él y sus formadores son parte importante de ese mismo medio.

6.- Si se conoce perfectamente cuáles son las competencias profesionales, se puede diseñar la duración de los aprendizajes, la forma y periodicidad de las evaluaciones y la medición práctica de los saberes. Por lo mismo, la Escuela de Prácticas debe ser una realidad y estar cerca del lugar donde se forman los maestros, para que los estudiantes que aplican los saberes, sepan siempre como funcionan en el medio efectivo sus modelos, que son los profesores en ejercicio.

INEQUIDAD: PROPUESTAS PARA EDUCACION

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

Tengo una gran, una enorme pregunta que hacer: ¿Cómo es posible en Chile invertir tanto dinero en educación para obtener tan malos resultados?
Un padre en una reunión de apoderados.

Para hacer propuestas y llevarlas a cabo, es preciso siempre un diagnóstico de la realidad, centrado en la transparencia de la información. En la terminología de Kant, a posteriori hemos buscado los datos, muchos de ellos emanados de la autoridad educacional, los que a veces suelen estar maquillados y en ese caso hay que recurrir a la hermenéutica para encontrar la verdad. Para mayor información puede el lector ver los dos tomos de mi Historia de la Enseñanza Obligatoria en Chile 1810-1999 (2000) y el primer tomo de Historia del Pensamiento pedagógico en Chile. Una visión crítica (2002).
Un gran pensador contemporáneo español, Fernado Savater (1999:176) señala que La justicia es a la vez explicación de lo que hay y propuesta de lo que debería haber. Por eso, nada mejor que esa idea para iniciar este capítulo. Ya hemos revisado lo que hay en la educación nacional, veamos que podríamos hacer con ella para lograr más libertad, justicia, equidad e igualdad en nuestra sociedad.
Antes, es preciso hacer un alcance epistemológico. En este capítulo hablaremos de calidad y el término lo usaremos más de veinte veces en unas pocas páginas, por lo que vale la pena detenernos un poco en el análisis de esta palabra. Calidad en su acepción de excelencia, superioridad, grado de excelencia, viene del latín qualitatem, acusativo de qualitas (radical qualitat), calidad, cualidad. En referencia a la educación, la calidad puede derivarse de un mejor nivel o grado de excelencia en dos vertientes: lo cualitativo y lo cuantitativo. Por eso, hay que precisar cuál es la vertiente en análisis para saber de qué estamos realmente hablando.
1. Calidad (cualitativa): se expresa en las habilidades denominadas universales que los alumnos deben adquirir en función del tiempo y el nivel de escolaridad en que se encuentran. Ese nivel lo llamaremos de logro y se compone de habilidades lingüísticas, motoras, lógicas, matemáticas y de comprensión del mundo y el universo. Esta calidad se mide por el dominio de contenidos, evaluados con pruebas debidamente estandarizadas. 2. Calidad (cuantitativa): se refiere a componentes ecológicos del medio escolar, como equipamiento pedagógico, idoneidad y experiencia de los docentes y directivos, acceso a la escuela por diversos medios de transporte, alimentación complementaria, relación con el medio local, pertinencia del establecimiento en cuanto a estructura y arquitectura, calefacción, ventilación, etc. Esta calidad no es difícil de medir con escalas adecuadas, de la misma manera que se mide, por ejemplo, la calidad de un establecimiento hotelero o de un hospital.

3. Ambos tipos de calidad educacional se miden para poder reducir la desigualdad que se encuentre, de manera de homogeneizar dónde haga falta, no para cerrar la brecha porque esa tarea es imposible en el corto plazo, pero si sabemos en donde invertir, en qué invertir y para qué hacerlo, estaremos avanzando en el sentido correcto y justo.
Desde un punto de vista de investigación educacional es preocupante que se pretenda medir a todo el sistema educacional chileno, público y privado, en todo el extenso territorio, con diversidad étnica, geográfica, de clima, de más o menos dificultad de acceso, con mayor o menor acceso a bienes culturales, de mayor o menor pobreza, con lenguaje étnico como segunda lengua, con diversidad de cultura, etc. con la misma prueba. No me extraña que los resultados, consistentemente, sean menores en la población menos favorecida. Es que hasta el vocabulario empleado por lo niños es diferente y sus habilidades para entender determinados conceptos no son las mismas. Habría que hacer una depuración conceptual-cultural en las pruebas del SIMCE para que las groseras medidas actuales nos digan realmente dónde poner el esfuerzo remedial para superar las diferencias. De otra manera, los puntajes brutos no nos dicen nada más que hay una variación entre los grupos testados porque son diferentes.
Examinemos , en esta argumentación, la problemática que debemos reconocer antes de iniciar cualquier propuesta de mejoramiento de la calidad de la enseñanza.
1.- PRIMERO, RECONOCER QUE LA SOCIEDAD CHILENA NO ESTA ORDENADA, QUE NO ES JUSTA
Para enmendar una situación, hay que empezar por reconocer las propias faltas, negligencias y olvidos.Por esto, en el análisis desde la teoría de la justicia, podemos señalar que en este momento, por no estar la sociedad chilena ordenada, no puede ser justa. Se requiere que el Estado asuma a la educación como una empresa moral, que sirve al desarrollo como ninguna otra obra nacional lo puede hacer. Si deseamos ordenar a la sociedad, debemos partir por el gran consenso nacional de cómo abordar la educación, qué esperamos de ella y proceder en consecuencia.
Para ese consenso, los educadores deben partir desde la posición original teórica, con pureza de propósitos, para introducir en los niños desde su más tierna edad, los grandes principios morales societarios, que por ser justos y buenos pueden y deben aceptarse. Este reconocimiento puede servir como un inicio, como un punto de partida para la sociedad justa que algún día tendremos. La pedagogía de la justicia, como la entendemos aquí, puede basarse en nuestra proposición, explicitada en un libro publicado por este autor en 2006 (Filosofía de la Educación: la búsqueda de justicia en una sociedad injusta). La propuesta pasa por la búsqueda de consenso nacional y llega hasta la redistribución justa del ingreso, que actualmente produce una fuerte inequidad y por tanto, desigualdad social.
La participación ciudadana requiere del aporte de los jóvenes, que debe hacer valer su derecho a voto, pues ¿De qué otra manera puede presionar por sus derechos? Los políticos como grupo y como clase social auto-conformada, están envejeciendo y se requerirá su renovación en el mediano plazo. Una tarea de ellos es interesar en la cosa pública a la juventud, mediante su ejemplo, su honestidad y demostrando su apego a la solidaridad, la igualdad, la equidad y la justicia, virtudes que no han sabido integrar a su imagen de servidores públicos. El cambio de imagen debe incluir la transparencia de los ingresos de los políticos, pues ese dinero nos pertenece a todos y es justo saber en qué y cómo se gasta el dinero del pueblo en el aparato público. Lo mismo debe ocurrir con los dineros reservados que maneja la alta burocracia de la nación. La autoridad educacional debiera justificar con logros toda la enorme inversión que para Chile ha significado el gasto en los últimos diez o doce años. Descuidar este aspecto es cometer un acto hostil.
En una perspectiva ética, se comete un acto hostil cuando no se atiende a los aspectos éticos que hay detrás de un problema social. No significa que quien comete ese acto no esté de acuerdo con el código moral subyacente. Este acto es una agresión a la comunidad toda y sus efectos serán siempre perversos, entendiendo con este término a las consecuencias no deseadas ni previstas de una acción. Las consecuencias perversas pueden ser: el desánimo ante un accionar que no produce resultados; una irritación hacia las autoridades educacionales y políticas; alejamiento de los jóvenes de una actividad pedagógica que no tiene el apoyo ni el respeto de la sociedad por su carencia de logros.
2.- RECONOCER LA INEFICACIA DE LAS POLITICAS EDUCACIONALES IMPLEMENTADAS DESDE LOS AÑOS 90 Y PLANTEAR UNA REINGENIERÍA TOTAL DE LA ENSEÑANZA NACIONAL
En 2004, el Ministerio de Educación debió reconocer que la prueba SINCE ha mostrado un magro mejoramiento y que la brecha entre la educación pagada y la subvencionada se mantiene prácticamente sin cambios en la última década. Si se me permite una comparación, cuando un equipo de fútbol tiene sistemáticamente un pobre rendimiento, los hinchas claman por el cambio del entrenador. En educación no ocurre eso. Ni siquiera hay renuncias voluntarias ante la vergüenza del fracaso, como si la enorme inversión realizada en 10 años de educación gratuita no le importara a nadie y pareciera que los culpables carecen del sentido del honor, un valor que doscientos años de burocracia no ha bastado para internalizarlo en el alma de muchos de los funcionarios públicos.
Una grave equivocación está en que se ha confundido la igualdad inicial de oportunidades con la igualdad al término del proceso. Toda medición que pretenda hacer el Estado de la calidad educacional debe tomar en consideración que existiendo dos sistemas educacionales –uno el privado, caro, exigente y con muchos recursos, frente a otro pobre- no pueden esperar lograr ningún tipo de igualdad en cuanto a calidad. Al contrario, como precisamos al inicio del capítulo, no sabremos exactamente qué estamos midiendo ni podemos comparar en sus logros a dos niños provenientes de uno y otro sistema. Cualquier comparación en estas condiciones tiene connotaciones equívocas, porque no se puede medir lo que es desigual. También, si el medir no sirve para poner remedio inmediato a la inequidad ¿Para qué medir entonces? Solamente si la sociedad asegura un mismo punto de partida para cada ciudadano y esa igualdad se refiere a la calidad de la educación que recibirá, iniciaremos con buenos auspicios el camino en pos de la justicia social.
La prueba internacional denominada PISA, que mide la competencia lectora y en matemáticas y ciencias en estudiantes de 15 años elaborado por la UNESCO y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), muestra que de un total de 43 países Chile ocupa el lugar 36. ¿Puede haber una mayor demostración de fracaso educacional? Como datos técnicos, participaron 4.884 estudiantes chilenos, matriculados en establecimientos de todo el territorio, desde séptimo año de escolaridad. Los resultados muestran que el 19.9% de los estudiantes están en el nivel más bajo en habilidades lectoras; 28.3% están en el nivel básico y apenas el 0.5% de los jóvenes se ubicó en el nivel más alto.
A la luz del mal resultado de la educación se suele culpar a los padres por desatender el proceso; a los maestros por no tener la preparación necesaria; a los sostenedores por no invertir más en sus colegios. Pero nadie señala a las autoridades que desde el Ministerio de Educación han realizado mal su tarea de elaborar políticas realmente eficientes. El gasto por persona alcanzada por la educación pública es para el Estado Chileno uno de los más altos de la región: US$ 18.000 (dieciocho mil dólares) anuales, contra 3000 dólares en Perú. No hay duda que hay una mala administración de esa enorme cantidad de dinero gastado. Se debe proponer que para tener un mejoramiento hay que refundar el propio Ministerio de Educación, dejándolo en manos de funcionarios de carrera y que los expertos contratados tengan al menos el grado de doctor y una gran experiencia nacional e internacional. Los educadores aficionados, designados políticamente, que no tienen siquiera titulación en la enseñanza deben dejar el trabajo técnico en manos de los que saben ¿O acaso no hay excelentes académicos y educadores en el país? Los diseñadores de políticas educacionales han fracasado de manera lamentable por las consecuencias, pues han terminado despilfarrado el dinero de los más pobres y han contribuido a promovera una desigualdad social espantosa. ¿Son dignos de respeto esos burócratas, dormirán tranquilos sabiendo que han dañado las esperanzas de millares de niños y jóvenes que merecieron tener una educación de calidad? Pero, no olvidemos a los otros culpables, los parlamentarios que no leen los proyectos de ley, que votan solamente obedeciendo las órdenes partidarias, que a veces olvidan que son servidores del pueblo y no sus tiranos; los Ministros de Educación que no entienden del tema y que creen poder hacer una buena labor, cuando no hacen más que descansar en sus asesores, los autodenominados expertos en educación. Me disculpará el lector, pero la lectura de la información disponible sobre el problema nacional no puede dejar de indignar a un ciudadano que tiene a la educación como su profesión y su mayor preocupación. Sobre la indignación en educación, Paulo Freire (1998:332) comentó que la injusticia que existía en su país, con 36 millones de niños que la autoridad denominaba carentes y por los cuales no hacía nada por remediar su pobreza, le hacía ser un pedagogo indignado, absolutamente indignado y que lo que él había defendido siempre era una pedagogía de la indignación.
Una investigación (NEFF, 2000) señala a la letra, en sus conclusiones, un párrafo que resume admirablemente nuestro sentir sobre la conducción de justicia social y en especial de la educación en Chile:
Este trabajo ha sugerido que la educación chilena en su conjunto ha experimentado una profunda transformación regresiva. Esta se manifiesta claramente en los indicadores económicos. Por ejemplo, el gasto público en educación representaba en 1970 el 5.1 por ciento del Producto Nacional Bruto. En 1975 había caído al 4.1 y en 1990 al 2.7 por ciento. En 1996, pese a que se había recuperado a un 3.1 por ciento, esta recuperación significaba una caída relativa de casi 40 por ciento en relación con 1970. Si se toma el gasto público en educación como porcentaje del gasto de gobierno, las cifras son igualmente dramáticas. Entre 1970 y 1975 la proporción del gasto del gobierno destinado a la educación había caído desde un 22 a un 12 por ciento; una baja de 45 por ciento. En 1996 esta cifra era aún 32.8 por ciento más baja que la de 1970 (9). A estas observaciones hay que agregar el hecho de que hasta los años 70, la mayor parte del gasto público en educación era para financiar los establecimientos fiscales, una situación que cambió drásticamente entre los años 80 y 90. Como quiera que se le mire, en el período estudiado, la educación dejó de ser un área de alta prioridad relativa en las políticas públicas. Nef no solamente deja al descubierto una regresión en las políticas económicas educacionales, sino que su hermenéutica orienta hacia la errónea conducción superior del país en estas materias, toda vez que un problema económico presenta componentes que son a la vez políticos y técnicos y los culpables obligadamente serán los diseñadores de políticas públicas, cuyo resultado afecta a la justicia social, a la equidad y a la igualdad de los niños y jóvenes de Chile.
3. ATENDER AL NUEVO PARADIGMA EDUCACIONAL QUE ESTA SURGIENDO
Junto con reconocer que existe una inequidad de base, debemos considerar que siendo la educación la principal empresa que ha tenido Chile, la educación obligatoria se torna insuficiente para cumplir los contenidos paradigmáticos en que ha cifrado sus esperanzas la comunidad nacional; que existe una inequidad y una desigualdad en la población que la educación acentúa cuando atiende en forma diferencial a las clases económicas. En lugar de ser un medio para mejorar la desigualdad de la población, la educación esquizoide, dividida en dos –una para pobres y otra para ricos- está sirviendo para perpetuar la pobreza y mantenerla en el tiempo, no pudiendo esperarse que se revierta la situación sin atender a las causales de la inequidad. Lo que se requiere es mejorar la calidad de la educación y permitir el acceso de los egresados de la educación media que no poseen recursos a los estudios superiores.
El nuevo paradigma (ver Campos, 2000) señala:
La actual educación básica y la media debe atenderse como la principal empresa social que ha acometido el país porque:
1. No inmuniza contra el desempleo
2. No inmuniza contra la pobreza,
3. No promueve la movilidad social de los graduados
4. Para lograr alguna inmunidad se requiere al menos un año más de estudios técnicos o universitarios
5. La educación es una empresa moral y como tal debe enfrentarse, pues lo que falta es reciprocidad y solidaridad en las nuevas generaciones.
6. Hay que democratizar la educación, permitiendo el diálogo con los educadores, la familia y el Estado, para lograr consensos y éstos internalizarlos.
7. Hay que homogeneizar la educación para acercar la brecha entre pobres y ricos, elevando la calidad
8. La calidad de la enseñanza a elevar es tanto cualitativa como cuantitativa, ambas explicadas más arriba.
Al explicitar los ocho puntos anteriores, debemos decir con el aval de numerosas investigaciones, en algunas de las cuales ha participado el autor de este libro, que:
Se ha demostrado que únicamente la educación media, con al menos 11 años de escolaridad, es capaz de producir alguna inmunidad reducida, con 6-7 líneas sobre el umbral de la pobreza, para quienes reúnen ese capital humano; la inequidad en el sistema se traduce simplemente en que los más ricos acceden a educación de mayor calidad. El quintil más rico tiene en promedio más de 12 años de estudios formales; el quintil más pobre de la población no ha logrado terminar la educación obligatoria de 8 años. La clave movilidad social pasó de la educación básica obligatoria, a partir de los años 40 del siglo pasado, a la educación media y ahora, al inicio del siglo XXI se ha trasladado a la educación superior, con lo cual los más pobres continuarán en esa condición y la traspasarán a sus hijos.
Un trabajo publicado por Dante Contreras y Víctor Macías (2002), que me interesa citar a la letra, contiene una validación argumental de nuestras ideas; nos muestra con mucha claridad la importancia de la educación post-media para aumentar la capacidad de generar mejores ingresos:

Durante la década pasada una serie de investigaciones realizadas en Chile muestran la importancia de la educación en explicar el ingreso de los individuos y la desigualdad en su distribución (Contreras et al., 1999; Bravo y Marinovic, 1997; Contreras, 1996, 1999; Robbins, 1994). En los últimos decenios se ha observado un aumento de los retornos para aquellos individuos que poseen estudios postsecundarios, alcanzándose retornos de 22% para este nivel de educación, mientras que para niveles menores de escolaridad estos retornos son bastante inferiores: 14% para enseñanza media y alrededor de 5% para educación básica1 (Contreras et al., 1999).

Debemos debe considerar en el consenso nacional, desde la posición teórica de Rawls, que la educación es un bien moral; que se debe reducir la heterogeneidad de la calidad de la educación al igual que disminuir la brecha entre pobres y ricos, mejorando la distribución del ingreso. El país ha tomado la senda correcta en su desarrollo económico y falta solamente ajustar la velocidad y magnitud de los cambios mediante el mayor aporte económico al componente principal del desarrollo nacional: la educación obligatoria, la cual debe extenderse hasta la educación media completa, pero sabemos que no basta la simple cobertura, sino que el acento está en la calidad. En los años noventa, nos encontrábamos ya en Chile ante el comienzo de un cambio paradigmático educacional y tanto los educadores como los políticos debemos tomar en cuenta este fenómeno, a fin de permitir el consenso y evitar la divergencia que llevará, de otra forma, a la confrontación en este tema. El clima nacional, respecto a la educación en general, es similar a la efervescencia social que se produjo en los años veinte y sesenta de este siglo y que contribuyó, en septiembre de 1973, a producir los trágicos sucesos que hemos comentado en su momento en otros libros.
4. ENTENDER QUE NO HAY EQUIDAD SI NO HAY COMPENSACION
Hemos insistido bastante en que existe una situación de desigualdad en el país y que los afectados –los jóvenes- son inocentes y víctima de ella. Si queremos ser justos, una medida compensatoria se hace necesaria desde el punto de vista solidario. No es caridad la que se necesita, como cuando algunas entidades privadas otorgan becas parciales a sus alumnos más necesitados. Se requiere una medida de fondo y no parches, pues para quien necesita estudiar y no tiene dinero su familia, un magro aporte no es solución, pues produce más endeudamiento. Veamos un punto de partida ante este problema. Si el gobierno cree realmente en que la educación de calidad hace salir a los pobres de su condición, entonces tiene el imperativo moral de ser el aval de los préstamos bancarios que reciban los menos favorecidos. Para ello hay que ser realistas y justos en el sentido de si se está prestando dinero, el favorecido debe estudiar realmente y mostrar algún tipo de rendimiento aunque sea el mínimo para aprobar las diversas asignaturas del plan de estudio. No es conveniente entregar el dinero con el aval estatal si el joven no cumple su parte. Si no lo hace, se perderá menos dinero pues esa persona no podrá seguir estudiando ni en esa ni en ninguna otra entidad estatal. La idea es que sin una explicación entendible, ningún beneficiado de la solidaridad podría dejar de cumplir con sus obligaciones. Es la aplicación de la teoría de la responsabilidad, en que el joven no solamente es responsable de sus actos, sino que tiene un compromiso de responsabilidad con las generaciones futuras.
¿Qué gana el país con ayudar a los jóvenes a estudiar? Varias son las ventajas y si tomamos con realismo la situación, veremos que vale la pena contar con el aporte del Estado como aval. Ni siquiera le pedimos dinero, pues este viene de los bancos o fuentes privadas, para quien es un negocio prestar. El Estado solamente pone el dinero cuando alguien no puede pagar, pero como veremos, hay formas de hacer exigible el reembolso del aporte estatal. En un sistema como el propuesto, debe haber absoluta claridad en los términos y si alguien desea no acceder, por las cláusulas del contrato social que se haría, es su problema y no el de la sociedad.
La propuesta parte de un hecho básico: No se entrega dinero a una institución educacional en particular. El joven, con la seguridad del préstamo en sus manos, acude a las instituciones y éstas entrarían en competencia, pudiendo ofrecer un plus que favorece al estudiante. Por ejemplo, alguien puede decir: acepto tu cheque y a cambio te daré almuerzo gratuito en los días laborales en el casino de la universidad. Otro puede proponer rebajas en aranceles, de manera que quede un remanente al alumno para otros gastos mensuales que necesite. El alumno finalmente decide dónde el Banco pagará por sus estudios.
El Estado puede asegurarse la devolución de los dineros de quienes no terminan de pagar sus deudas educacionales de muy diversas maneras. En Estados Unidos, aquel que termina sus estudios y no devuelve el préstamo puede ser reclutado obligatoriamente por el Ejército como profesional, con menos paga que en el área privada y enviado donde se le precise. Tampoco el deudor puede ocupar cargos públicos o ingresar a una repartición del Estado. O puede ser destinado a cumplir determinados servicios comunitarios. Recuérdese que el Estado fue el aval y por tanto pagó por el deudor y tiene pleno derecho a cobrar, de alguna manera, la deuda. Esto es justo, equitativo y solidario, pues sino se cobra la deuda, afectará a otros jóvenes. La justicia tiene siempre dos vertientes, lo que es justo para la sociedad debe ser justo para el individuo. También hay que considera que el trato equitativo significa además justicia. Por lo mismo hay que tratar a todos por igual y quien no paga sus deudas no es solidario y tendrá que pagarla, no importando el plazo, pero debe hacerlo. Si los más pobres no son culpables de su condición (no son moralmente culpables de ella) merecen y es justo, equitativo y éticamente aceptable, que en compensación de su condición, reciban una educación de tanta calidad como la que reciben los más ricos. De otra manera no hay igualdad de oportunidades, no hay igualdad de partida, sino que hay y habrá una enorme brecha social, hereditaria y que ocasionará, en un efecto perverso, más gasto en salud y en seguridad social para el país, además que resta consumidores al sistema económico en que estamos inmersos, conocimiento este último que bastaría para hacer a los más ricos un poco más solidarios en compartir su riqueza, que de alguna manera, deben a su educación de calidad, generalmente obtenida en las universidades estatales a un costo menor de lo que les costó la educación media en los exclusivos colegios privados.
5.- HOMOGENEIZAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SE PUEDE LOGRAR
Ocho son las condiciones a las que debe atender la educación para superar sus miserias actuales:
Competencia dentro de los colegios, de manera de hacer que los estudiantes asuman que su deber, su obligación es atender debidamente a las materias y experiencias que se dan en la escuela, porque ese esfuerzo es para ellos, que podrán capitalizar sus conocimientos para una mejor vida en el futuro. Se debe estimular la participación de los estudiantes en el aula y premiar la excelencia de los mejores alumnos, de manera que el cumplimiento de las obligaciones sea un valor y no un motivo de escarnio como ahora, en que los estudiantes más esforzados, con mejores calificaciones son motivo de burla y no de admiración. Desde el punto de vista de la moral social, el estudio es el trabajo que realiza el alumno y debe hacerlo bien, de otra manera también será un mal trabajador, sin autodisciplina, sin iniciativa; sin valores y sin instrumentos cognitivos adecuados.
La competencia interna en la escuela puede proyectarse hacia la competenciaentre establecimientos de la misma comuna y de ahí a la competitividad intercomunal. La idea es promover a la educación como uno de los bienes sociales más importantes del país.
Investigación y experimentación educacional, promoviendo el conocimiento y aplicación de nueva tecnología educacional, nuevos métodos y teorías en el aula y en la administración de la escuela se logra una comunidad escolar motivada que analiza una realidad que pueden reconocer y contrastar con sus experiencias diarias en el aula. La investigación cualitativa y cuantitativa debe ser parte de la vida de la escuela y no una actividad alejada, que se realiza en las universidades. Por lo demás, esa investigación debe ser operacional, para mejorar la vida diaria en la escuela. En el país se requiere hacer más investigación y entonces hay que promoverla como una actividad no solamente académica, sino como una actividad necesaria en la vida cotidiana de las escuelas. Para ello hay que preparar a los profesores y directivos; llamar a concurso nacional para investigar determinados aspectos de la vida escolar; promover la puesta en marcha y evaluación de nuevas técnicas y formas didácticas. Justamente, al hablar de evaluación hay que reconocer que muchas de las acciones que se llevan a cabo en la educación nacional quedan sin evaluación. Por ejemplo, no sabemos nada del impacto que puede haber causado el aporte –si es que lo tiene- de las becas Milenio; o si la prolongación de la jornada escolar ha traído algún beneficio en las calificaciones promedio de los estudiantes; o que resultado han tenido las becas para hijos de ejecutados políticos. Tampoco sabemos el beneficio posible de las aulas escolares adquiridas en España a comienzos de los años 90. En cualquier actividad del área privada, el cómo se han gastado recursos y qué beneficios ha traído es una acción esperada y obligada. En cambio, la inversión de bienes públicos no ha merecido la misma atención. Necesitamos saber si la inversión social en la educación pública está bien direccionada y bien administrada; hay que averiguar si hay gastos innecesarios, por ejemplo, investigar si la masa administrativa es adecuada, competente y eficaz. Me temo que el gasto en administrar la educación sea igual o superior al gasto verdaderamente empleado en el proceso educativo completo. Por ejemplo, si fuese el responsable del sistema total, quisiera saber si el volumen del gasto efectuado en mantener funcionando el Ministerio de Educación se justifica realmente o bien puede ser reducido sin alterar la calidad de la enseñanza. Quedan muchas áreas misteriosas en la educación nacional. Otro ejemplo: ¿Cómo se diseñan las políticas educacionales? ¿Es al capricho de los funcionarios o existe un plan maestro desconocido para el resto de los ciudadanos? ¿Hay una hermenéutica tan oculta que los expertos no llegamos a captarla en su esencia? Esto último deviene del simple hecho de leer la prensa diaria. A una autoridad se le ocurre que hay que mejorar la calidad de la enseñanza del inglés y se arma todo un aparato para iniciar actividades en ese sentido. O a la misma autoridad se le ocurre que es una gran idea enseñar el chino y a los pocos días hay un plan con cinco escuelas ofreciendo echar a andar un programa piloto. Sin embargo, antes de acceder a estos caprichos mediáticos habría que evaluar si en realidad lo que necesita el país es una investigación profunda de por qué el idioma patrio es tan mal aprendido por los estudiantes y buscar la manera de remediar. Esto porque si los estudiantes no saben redactar, no conocen las reglas de ortografía y si su vocabulario es limitado, se le está también restando potencia a su capital humano para hacerse de un trabajo remunerado e inmunizarse contra la cesantía.
Lo que llamo caprichos mediáticos es la búsqueda de publicidad a costa de crear pequeños problemas que no son tales, porque detrás no hay ninguna investigación seria y al parecer lo que se busca es simplemente tener suficiente espacio en la televisión y en la prensa.

Propiciar el establecer estrategias didácticas centradas en la exposición y en la indagación personal del mundo, para lograr aprendizajes que faciliten el uso adecuado de la lógica, que desarrollen el pensamiento crítico y el uso apropiado del idioma, tanto escrito como hablado, porque si pensamos mal, aprendemos mal y hablamos peor. Recordemos que las áreas más deficitarias de nuestra educación está en el uso del idioma y en el uso de las matemáticas, por eso no basta quedarnos en el diagnóstico del problema, sino que hay que investigar en sus causas directas y causas profundas. ¿Es consecuencia de la mala formación recibida por los maestros? ¿Son deficientes las didácticas empleadas? ¿Los contenidos de los programas están bien secuenciados? ¿Son pertinentes los planes de estudio? Las horas de clases asignadas a castellano, matemáticas, historia, ¿Son suficientes en cada grado escolar? ¿Están bien diseñados los textos escolares en uso en las escuelas? ¿Hay suficiente autonomía en las escuelas para adecuar sus programas de estudio y contenidos a la realidad local?
Participación activa de la familia en las decisiones de la administración escolar: Hay que democratizar la educación, pues ésta es responsabilidad de todos y la participación debe estar en el ámbito de los actores, así, no se puede esperar que los padres intervengan en la inversión o gastos de la escuela, pero pueden ser informados para que apoyen determinadas iniciativas, pues todo lo que se haga por mejorar a la escuela, su infraestructura y equipamiento, irá en beneficio de los estudiantes. Los estudiantes pueden consensuar las normas y medidas disciplinarias de la escuela para hacerlas suyas. Por ejemplo, se puede lograr tener un código de honor en lugar de un reglamento de disciplina. La idea que impulsa la participación de la familia es: ¿Quién mejor que los padres puede decidir si la educación que reciben los hijos es buena o mala?
Incentivos para docentes: El área privada ha demostrado fehacientemente que los incentivos son necesarios para lograr una conducta positiva y competitiva. El mejor incentivo en nuestra sociedad consumista es el dinero. La escuela debe estar sujeta a una escala justa de remuneraciones que considere los logros tales como el estudio, la eficiencia en la excelencia docente en la clase y la eficacia del maestro para establecer y lograr metas. Hay que recordar que las mejores escuelas lo son por la calidad y experiencia de sus profesores y las habilidades de los administradores. Un buen maestro necesita libertad para escoger los contenidos, las metodologías y las didácticas necesarias; necesita poder distribuir el tiempo que dedica a las materias y al grado de dificultad que tienen para sus estudiantes; debe decidir si opta por la homogeneización de la profundidad de los contenidos y si ésta se realiza pensando en los alumnos más brillantes o en los más lentos. ¿Cómo ser profesional si hay limitaciones a la autonomía? En realidad estamos ante una verticalidad del mando educacional que es impropio de una democracia. En una democracia en la enseñanza el profesor cuenta, y mucho.
Confiar más en la calificación e idoneidad de los docentes que en la Internet: La red no enseña valores y no entrega habilidades motoras; no reemplaza al maestro, pero puede ser una ayuda interesante si existe una moralidad en el empleo de la información que se utiliza y si los docentes están preparados para enseñar a los estudiantes a seleccionar información con espíritu crítico.
Insistir en los valores: La educación es un bien social y como tal, está en la obligación de ser una empresa moral en que toda la comunidad llamada escuela, que reproduce a la sociedad en que vive, debe reproducir lo mejor en cuanto a valores, tales como los que hemos discutido en este libro: la justicia, la igualdad, la equidad y la libertad. Una comunidad que se aleja de los valores o los desprecia, no tiene norte, ha perdido la brújula y su castigo será el aumento en la delincuencia, las drogas y la irresponsabilidad vital, lo que no puede permitirse ningún grupo humano. La autodisciplina, el trabajo escolar exigente, el acceso amplio a la educación, la buena preparación de los profesores es lo que caracteriza a la educación en los países en desarrollo. La libertad personal es buena siempre que vaya de la mano con la responsabilidad y esa es una condición moral que debe enseñarse, porque como dice Rawls, la solidaridad, la bondad no están en la naturaleza humana: hay que desarrollarlas con el ejemplo y la enseñanza. Si meditamos en que llegamos al inicio del siglo XX con la guerra de la coalición contra Irak, donde los atacantes son los países más cultos del mundo, los más civilizados, encontraremos que Hobbes y Rawls tienen la razón, lamentablemente. Para poder confiar en la humanidad del hombre, en su capacidad para el bien, hay que desarrollar una pedagogía centrada en los valores, esa es la tarea del siglo XXI.
Buscar la homogeneidad en la calidad y no la igualdad absoluta: Como argumentamos anteriormente, algo está equivocado cuando hablamos de equidad y de igualdad en educación. No es posible lograr ambas porque las diferencias entre el quintil más pobre y el quintil más rico son enormes y no hay una política compensatoria de la inequidad en Chile. Más vale centrarse en obtener lo posible, que es homogeneizar la educación de manera que el dominio de contenidos y el logro de habilidades de los estudiantes del sector público se hagan parecidos o iguales a los de la escuelas pagadas y las mediciones se hagan en el producto terminal, que es el egresado de la educación media, sin perjuicio, por supuesto, de las medidas que se hagan durante el proceso. No es lo mismo medir el efecto acumulado que hacerlo en parcialidades. Se supone que a medida que madura y se desarrolla el niño va acumulando su capital educacional que se traduce justamente en mejor dominio del lenguaje para expresarse, mejores habilidades para cuantificar el mundo y el logro de internalizar un sistema de valores compatible con la sociedad en que se encuentra.

LAS CIENCIAS DE LA EDUCACION ¿CUALES SON?

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS
Esta denominación viene de la pedagogía anglosajona y su vertiente epistemológica está en que la preocupación principal se origina en realidad de la práctica pedagógica, con una visión pluridisciplinaria, pero no está centrada de manera alguna en la promoción del conocimiento a través de determinadas ciencias con estatuto epistemológico validado y propio. Le interesa más el proceso educativo que las fuentes del saber pedagógico. En otras palabras, no se trata de reunir varias ciencias para aplicarlas a un objeto común, sino establecer cómo ellas apoyan el proceso educacional completo. La ciencia, tan importante en toda la cultura universal, posee la cualidad única de manejar y disponer del conocimiento humano y su generación porque posee un carácter universal, porque es necesario e implica la verdad. Para los marxistas la ciencia es una forma de la conciencia social; constituye un sistema, históricamente formado, de conocimientos ordenados cuya veracidad se comprueba y se puntualiza constantemente en el curso de la práctica social. La educación ha querido también participar de las cualidades propias de la ciencia y ha expresado su afán de conocimiento en asimilar los procedimientos propios de la ciencia.En la actualidad, entendemos como ciencias de la educación a aquellas disciplinas de base científica que aportan conocimientos, habilidades y prácticas a la pedagogía. Comprenden: la biología de la educación, la psicología de la educación y su rama evolutiva; la psicopedagogía; la sociología de la educación y la economía de la educación; la historia de la enseñanza, la antropología educacional, las comunicaciones, la computación educacional. Se ha restringido el uso para aquellas disciplinas que poseen un marco cultural científico y una base epistemológica cierta. Definición breve: Conjunto de ciencias y profesiones orientadas al estudio y arte de la educación. Lo que debería tenerse en cuenta es que las llamadas ciencias de la educación tengan, cada una de ellas, la autonomía epistemológica que las caracterice verdaderamente como ciencias, es decir, que posean un estatuto epistemológico validado y cierto. Al parecer, casi exclusivamente en Europa existen facultades destinadas al cultivo e investigación en el ámbito de las ciencias señaladas.Algunas facultades de educación en Latinoamérica se han autodenominado de Ciencias de la Educación, pero en la práctica se dedican solamente a la formación de profesores y no al cultivo de esas disciplinas, con lo cual no hay una correlación entre lo que hacen y lo que dicen ser, en otras palabras, en ellas hay un predominio o exclusividad de lo técnico (la formación) sobre la ciencia, por lo cual sería más legítimo y verdadero que se llamaran Facultad de Técnicas de la Educación.Se le achaca a la pedagogía el carecer de un estatuto epistemológico propio, que permita resolver los problemas relacionados con la educación y quizás por ello se esté empleando en todo el mundo la designación de las facultades como de Ciencias de la Educación y no de Pedagogía. Por otra parte, el término pedagogía ha quedado en uso solamente en Europa y algunos países de Latinoamérica. Por el contrario, creo que lo que no tienen un estatuto epistemológico propio son las llamadas ciencias de la educación, por los argumentos que doy en el artículo titulado estatuto epistemológico de las ciencias de la educación. Por mi parte, puedo argumentar que la pedagogía sí tiene un estatuto epistemológico validado.Las Ciencias de la Educación hacen un aporte valioso, pero no es posible reducirlas a la pedagogía, ya que posee cada una de ellas un ámbito de trabajo, un estatuto epistemológico y un contenido que le es propio, de ahí que desde un punto de vista lógico no es posible confundir a la pedagogía con estas ciencias. Ya Durkheim advertía en su obra Sociologie et education, que la pedagogía es distinta a las ciencias de la educación.
En la administración de la educación pública se advierte la notoria carencia de doctores en Ciencas de la Educación y de doctores en Filosofía de la educación. Por lo mismo no me extraña la mala calidad de la educación nacional, que ha perdido la brújula pedagógica por carecer justamente de expertos en el Ministerio del ramo, pues se ha dado más importancia a contar con funcionarios políticos en desmedro de los técnicos. Por eso es alentador ver universidade públicas, que como la USACH ha llamado a concurso nacional e internacional para contar con doctores en educación en su planta docente.

ROL SOCIAL DE LA EDUCACION

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

Antes de entrar en materia referida a Chile y América Latina, conviene reflexionar un poco sobre cuáles son las funciones sociales de la escuela. Palomares y otros (2003) recientemente establecieron, desde la sociología, cuáles son esas funciones. Como veremos, todas ellas arrastran, de alguna forma, una restricción de la libertad, pero buscan la justicia, la igualdad y la equidad para la sociedad. No hay consenso sobre cuáles deben ser esa funciones, ya que las sociedades difieren profundamente entre sí. Hay diferencias en las expectativas que tienen los diferentes estamentos sociales, así como hay diferencias en las mismas personas sobre lo que esperan de la educación y las funciones que la escuela realiza. También hay una separación ideológica entre los que piensan que la educación es igualadora y los que señalan que, al contrario, es creadora de más desigualdad en la sociedad. Las funciones más evidentes son:

a. Función de guardia y custodia de los más jóvenes. Como señala Palomares y colaboradores, esta función está tan internalizada y es tan verdadera, que un autor español publicó en 1980 un libro titulado Educación y aparcamiento de menores. Lo que ha caracterizado a esta modalidad, es la retención de los estudiantes hasta antes de la vida del trabajo. Por eso tememos que la reforma educacional que extiende a jornada completa la permanencia en las escuelas, resulte ser apenas una forma de aparcamiento, en que los padres dejan a sus hijos al igual que lo hacen con sus automóviles y pueden estar largo tiempo fuera de la casa sin la preocupación de qué están haciendo los menores en casa durante su ausencia. La pregunta natural que surge es ¿Para qué extender la jornada escolar? Si es para entregar más contenidos en más horas de clases, para permitir el desarrollo de habilidades de comportamiento y académicas, para tener más tiempo para entregar más conocimientos, entonces ha resultado un fracaso, si se mide por el nulo efecto que la medida ha tenido si atendemos a las cifras del SIMCE en los últimos años.
La función de custodia se entiende como si la escuela se hubiese transformado en una guardería en la cual los niños son dejados porque los padres –y en especial la madre- no pueden o no quieren cumplir con su obligación primordial en la familia de cuidar a los hijos y estar al lado de ellos. Hay casos de abandono de la custodia en que la madre que trabaja no aporta más dinero al hogar, pues debe gastarlo en una empleada doméstica en quien delega los cuidados físicos y psicológicos que le competen, pero aún así prefiere salir a trabajar porque el estar fuera del hogar satisface otras necesidades, como la de reforzar la autoestima y sentirse más útil de otra manera.

b. Función de cohesión social y de construcción de identidad nacional: Esta función se estableció tempranamente en Chile, pues ya J.M. Carrera, en 1812, se planteaba la necesidad de formar debidamente a la futura burocracia nacional. De esta manera surgió como una necesidad la aplicación del llamado Estado Docente, como institución social que pretendía entregar valores y determinados conocimientos en las escuelas e instituciones del Estado y en las privadas, bajo la tutela y vigilancia suya. Esta función es legítima y necesaria, toda vez que ante la globalización de la información y de los medios de comunicación, mantener la identidad cultural nacional es cada día más difícil de lograr y así lo han mostrado las encuestas que sobre pertenencia e identificación al país se han realizado.
Max Weber señaló con su aguda observación del mundo capitalista, que la historia y la tradición entregan los valores que mueven a la sociedad. Señaló que el Estado es aquella institución que emplea la dominación atribuyéndose, ya sea legítimamente o no, el monopolio de la coerción física. La sociedad civil, entonces, está compuesta por los ciudadanos que aceptan esa dominación e incorporan los valores del Estado. ¿Quién entrega entonces esos valores? Necesariamente es la escuela. De ahí su importante rol para lograr la cohesión ciudadana en torno al Estado.
c. Función de formación para el trabajo y distribución de las posiciones sociales. En todas las sociedades, en todas las economías actuales se advierte una separación entre la escuela y la vida del trabajo, lo que no es conveniente para países que están saliendo del subdesarrollo. Se necesita urgentemente adecuar la escuela para que entregue los valores y conocimientos que requiere la empresa. Aquí se aplica la teoría del capital humano, que consiste en la convicción de que las personas pueden acumular un capital tan importante como el financiero, si acumulan más años de estudios formales y tienen más capacitación laboral. Se considera que los diplomas y los títulos obtenidos en las instituciones acreditadas son la moneda de cambio en el mercado laboral, como señalara Weber (1864-1920). Sin embargo, lo que era válido para los siglos XIX y XX, no lo es tanto para el que estamos iniciando, pues ya encontramos muchas personas que ejercen tareas distintas a las de su titulación originaria, como médicos dirigiendo instituciones educacionales o ingenieros dirigiendo establecimientos de salud, abogados dedicados a la economía o periodistas ocupando la alta burocracia educacional del Estado. Talvez la nueva función de la educación básica y media sea entregar las herramientas básicas para el logro de un pensamiento lógico, informado y con el dominio de habilidades generales y no específicas, que hagan polivalente al graduado a la hora de buscar una posición laboral o proseguir estudios superiores. En Estados Unidos, el grado de Bachellor (dos años de estudios superiores) es el mínimo y lo adecuado para pretender un puesto de trabajo en la burocracia de nivel medio tanto privada como estatal. En los países desarrollados funciona bien la meritocracia, como principal medio de acceder a las posiciones sociales que permiten real movilidad de clases. La idea de extender la educación obligatoria hacia la educación media completa, es parte de la percepción del Estado en las economías poderosas, que la enseñanza debe preparar más para la vida del trabajo que para la educación superior. En nuestro país, en cambio, pareciera que todo el esfuerzo educador se dirige hacia la continuación de estudios en la universidad, si bien aún la mayoría de los jóvenes no tiene los medios ni las habilidades necesarias y deberían estar mejor preparados para los cargos iniciales en la burocracia y en las empresas de servicios y productivas.
d. Función de control social e ideológico de la población: Una verdad que salta a la vista cuando estudiamos la historia educacional del país, es que todos los gobiernos, todas las ideologías políticas se han planteado en su momento mantener el poder mediante la reproducción de sus valores y particular modo de ver el mundo a través de la escuela como entidad de la sociedad percibida como productora del bien para el individuo y la comunidad. La mayor parte de las reformas han tratado de funcionar para ese fin egoísta y no por los intereses verdaderos de la comunidad. Al parecer, quien se hace cargo de la educación puede perpetuarse con ella. Recordemos las experiencias fascistas y dictatoriales que abundaron en el siglo XX y tendremos validada esta argumentación. La transmisión de valores suele transformarse en una forma de coacción, para que los futuros ciudadanos compartan la ideología de quienes están en el poder. La ideología marxista, en su momento explicó que la escuela reproduce la injusticia propia de la sociedad capitalista y que los gobiernos trataban de mantener la desigualdad porque favorecía a sus intereses. Para mayor precisión conceptual, la idea de la función que estudiamos es la que antiguamente se denominaba educación como socialización.
Por mi parte, agregaría otro tipo de funciones de la escuela:
e. Función de desarrollo de habilidades cognitivas y de reflexión: Ya Emile Durkheim (1858-1917) había estudiado el tema y señaló que el objeto de la educación secundaria era el desarrollo de la reflexión. Habiendo pasado muchos años desde el aporte de Durkheim y por el natural desarrollo y aporte de las ciencias sociales, podemos acotar la idea de ese sociólogo indicando que para lograr una actitud reflexiva sobre la sociedad, sobre sus logros y necesidades, previamente hay que trabajar pedagógicamente para que el niño vaya haciendo uso de los recursos psicobiológicos con que lo dotó la naturaleza. Si la educación es desastrosamente mala, afectará el pensamiento del niño, que quedará en etapas más primarias y no llegará a dominar las funciones superiores de la lógica y el razonamiento, lo que ya había descubierto Piaget. Quienes trabajamos en educación superior, encontramos que hay déficit en las capacidades de razonamiento, de pensamiento lógico y en todas las formas de expresión del lenguaje.
Al iniciar este capítulo es conveniente posicionar a la educación chilena en su trayectoria histórica y sus dos vertientes, que aún coexisten. La educación pública tuvo la virtud de crear un sistema coherente, ordenado, sabiamente burocratizado que logró universalizar la enseñanza, con una inversión que siempre fue alta para las disponibilidades del país y democratizó este bien nacional, llevando a la escuela hasta los más apartados lugares de la difícil geografía que nos ha correspondido habitar. Con el paso del tiempo, la educación privada ha pasado a ser el modelo de calidad que se busca, con mayor inversión por alumno, con mejor equipamiento y con una administración de excelencia. Pero ello no siempre fue así y hubo una época en que, como aún ocurre con las universidades estatales, en que la pública fue la mejor opción a la que podía optar una familia y que además era gratuita. Ahora, estamos presente ante un sentimiento generalizado ante la calidad de la enseñanza, que Freud llamó malestar y que es una mezcla de desesperanza, irritación y temor ante un fenómeno que cada día es más desigual, que hace hereditaria la pobreza y ante el cual no parece haber ninguna solución que revierta el proceso, al menos en las próximas décadas. De todas maneras, no se ha creado aún ninguna institución social que pueda reemplazar a la escuela y los futurólogos que creían que la sociedad tendería a la eliminación de la escuela como institución social porque sería reemplazada por la enseñanza a distancia y el uso universal de la Internet, han quedado desacreditados.
¿Qué es lo que diferencia a la educación pública de la privada? Examinemos algunas:
1. La distinta implicancia de la familia en el proceso. Las familias con mayor capital cultural esperan participar en el proceso y aún más, desean ayudar a que el establecimiento que escogieron esté más equipado, con profesores más idóneos y que las condiciones de bienestar sean mejores año a año. Es una especie de egoísmo altruista, interesado solamente en el bien de sus hijos. A diferencia del sistema gratuito, muchas veces los padres en las escuelas privadas tienen más cultura y conocimientos de algunas materias mayores que las que poseen los docentes. En el área pública, gratuita, el compromiso es menor porque se espera que sea el Estado el que se preocupe del bien de los alumnos, y como la gratuidad explícita que las familias que acuden a esas escuelas tienen necesidades insatisfechas, se espera que no se pida ningún aporte a esas familias. También como el nivel cultural es más reducido, no se comprende bien cuando un establecimiento tiene calidad en la enseñanza. Lo que ocurre en el aula pasa a ser un misterio.
2. Los procedimientos administrativos son más eficientes en el área privada justamente porque poseen más recursos y personal directivo y auxiliar más capacitado para las tareas burocráticas de apoyo a la enseñanza. El área pública gasta mucho en administración porque debe soportar una carga de personal muy alta, a veces excesiva para las funciones que se desarrollan de control y dirección del proceso.
3. En el área privada el gasto en mantener el proceso en marcha es visto como una inversión que aumenta el número de clientes interesado en comprar sus servicios. Mejores edificios, gimnasios, laboratorios de idiomas, de computación, de biología, de física se convierten en un medio para generar más dinero, lo cual es legítimo si ese afán se acompaña con el propósito de mejorar la calidad del servicio que se ofrece. Esta idea es una extensión de lo que pasa en el mercado libre, en que la competencia es buena y necesaria. En el área estatal, todo mejoramiento en la escuela pasa por las dificultades que parece presentar el Estado ante el cambio, que es lento y nunca proporciona más de lo estrictamente necesario para un nuevo proyecto. La innovación nunca es rápida. Salvo cuando una autoridad caprichosa y con el poder suficiente tuerce la mano a los planificadores e introduce modificaciones innecesarias e irrelevantes, pero con gran apoyo mediático.
4. La verticalidad del sistema estatal no considera las diferencias de los establecimientos bajo su custodia y no atiende debidamente a la diversidad. La máxima burocratización exige a los directores de escuelas ocupar mucho tiempo en atender a encuestas y contestar la correspondencia oficial que suele ser abrumadora por la variedad en la información que requiere continuamente. El aparato estatal ha creado un monstruo que se alimenta de información y que devora a los directivos y entraba la libertad necesaria para un proceso productivo en las escuelas.
5. Las diferencias en el logro existen, medido éste por los resultados en el test nacional del SIMCE, y éstas se deben más a externalidades que a deficiencias en la calidad de los docentes. Entre esas externalidades están el nivel en la cultura de las familias, sus recursos económicos, el equipamiento institucional, siempre más pobre en el sistema estatal gratuito, las necesidades insatisfechas de los estudiantes más pobres. La demostración de este argumento está en el hecho que en diez años se ha elevado más de tres veces el presupuesto en educación, sin que haya un mejoramiento, ni siquiera mínimo, que mejore la brecha entre los más pobres y los más favorecidos por la fortuna.

Pero examinemos también que es lo que hay en común en ambos tipos de establecimientos:

1. Los profesores han recibido similar formación pues el currículo es prácticamente el mismo y las facultades de educación de las universidades estatales y privadas presentan los mismos problemas, como el carecer de doctores en la planta docente, contar con alumnos poco motivados y carecer de investigación relevante y aplicada al proceso educacional.
2. Los valores que se entregan en las facultades de educación parecieran ser los mismos (salvo que haya una gran diferencia en la calidad de las universidades que imparten carreras de pedagogía) aún en las universidades de tipo confesional, en que se insiste en los de su religión, pero tampoco aquí hay diferencias extremas pues los valores morales son universales.
3. El Colegio de Profesores, la organización gremial, es una para todo el colectivo magisterial, pues aúna a los docentes de educación básica y media, por lo que en el área del desempeño social de la profesión tampoco hay diferencias.
4. Los planes de estudio y los programas que siguen los alumnos son prácticamente los mismos en ambos sistemas; el espacio que tienen los establecimientos privados y públicos es muy reducido como para tener el tiempo necesario en el año escolar para incorporar contenidos propios. Como ya dijimos, la obligación de contar con programas mínimos en la práctica corresponde a programas máximos, que ocupan todo el período escolar en su administración y desarrollo.
5. Si el dato que la inversión del estado en la educación es de 18.000 dólares por alumno, se está cerrando la brecha entre lo que gasta el Estado y lo que gasta el área privada por alumno, pero al mismo tiempo se está demostrando que la tarea del Estado está mal dirigida y hay despilfarro en algún lugar de la cadena burocrática. Si la administración fuese tan eficiente como es en el área privada, seguramente la brecha en calidad se estaría cerrando y no manteniendo en el tiempo como ocurre en la actualidad.

El malestar ante la educación pública no es privativo de Chile. En toda América Latina hay un sentimiento de frustración por el nivel de desarrollo educacional alcanzado en la región. Se diría que ningún país está contento con la cobertura y la calidad de la enseñanza lograda tras largos decenios de fuerte trabajo y con una inversión bastante alta dados los otros problemas sociales que abruman a cada país. Por otra parte, se han puesto demasiado esperanzas en la capacidad que tiene la enseñanza, por sí sola, para resolver los problemas de un continente que presenta una de las más altas desigualdades sociales del mundo. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, César Gaviria (1998: 1) ha señalado:
“Hoy nos enfrentamos al enorme reto que representa el que nuestra educación no haya respondido al desafío generado por los nuevos modelos de desarrollo centrados en la competencia económica internacional y las demandas políticas, económicas, científico tecnológicas, sociales, culturales y éticas que emergen en los noventa. Desafortunadamente, los sistemas educativos no están respondiendo bien a estos desafíos. Muchos analistas hablan de manera creciente de una separación radical entre los sistemas educativos de la región y sus necesidades de desarrollo. Apuntan a la baja calidad de mayor parte de la educación pública, a su declinante rol en la promoción de la movilidad social, a la debilidad de la educación técnico vocacional al nivel de secundaria y de la proliferación de sistemas universitarios sobre expandidos, caracterizados por muchos establecimientos de baja calidad. Es esa falta de respuesta la que ha llevado a que los presidentes y jefes de gobierno hayan decidido darle una tal prelación y prioridad.
De que seamos capaces de transformar nuestros sistemas educativos depende el que podamos formar ciudadanos autónomos, informados, eficientes, responsables y tolerantes que estén en capacidad de asumir una actitud crítica frente a la información, que valoren la práctica democrática, la solución pacífica de los conflictos y la búsqueda de consensos y, por lo tanto, puedan acceder a una calidad de vida que aseguren el desarrollo de las instituciones democráticas y la paz social. Depende, también el que esos ciudadanos adquieran el conocimientos y las habilidades que les permitan adaptar o crear innovaciones tecnológicas que les puedan asegurar un adecuado ingreso al mundo del trabajo, que nos permitan competir internacionalmente y asegurar una mayor igualdad en los ingresos; el que, además, adquieran la habilidad de razonar y la capacidad de aprender por su propia cuenta, es decir, la capacidad de formar personas inteligentes y productivas, en condiciones de analizar y elegir opciones, de argumentar sin usar la fuerza y de comprenderse a si mismo y a los demás. Ciudadanos así formados en vez de actuar con docilidad o conformismo serán capaces de respetar y valorizar la diversidad y evitar los brotes de violencia urbana y rural”
A su vez, un documento de trabajo de la Organización de Estados Americanos sobre el tema de la educación en las Américas (1998) señalaba que entre las tareas que tenía la educación, están: 1. Superar la extrema pobreza2. Eliminar las grandes desigualdades de ingresos3. Evitar la marginación social y la violencia urbana4. Proporcionar integración y estabilidad social5. Proporcionar armonía étnica y social6. Capacitación de la fuerza de trabajo7. Formación de una comunidad de ciudadanos informados y responsables8. Promover la tolerancia política
9. Crear un clima más favorable para las inversiones nacionales e internacionales y para el crecimiento y prosperidad social y cultural.
Según los anteriores conceptos, provenientes de la más alta comunidad de autoridades educacionales del continente, la educación, concebida como un bien social, tiene enormes tareas que cumplir y pareciera, por las esperanzas depositadas en ella, ser un tratamiento extraordinariamente eficiente para los males que afligen a la propia sociedad. En esta creación social, recaen las más grandes responsabilidades que puedan pedirse a una institución creada por el hombre. Cualquier maestro, agobiado de trabajo, con una remuneración similar a la de los obreros podría decirles a los señores ministros que la educación no es una panacea y que para poder lograr lo que se espera de ella, los gobiernos deberían efectuar una inversión muy superior a la que se ha hecho y dirigida a una reingeniería total. Nadie espera, por el contrario, que la defensa del país cumpla una labor tan trascendental como la educación, pero sin embargo, en todo el continente, el gasto militar es igual o superior. No digo que la defensa nacional no sea importante, sino que lo que expreso se refiere a que ambos bienes sociales no producen las mismas esperanzas de mejorar la propia sociedad. La educación es una inversión y la defensa es un gasto.
Con el análisis de la información socioeconómica y educacional disponible, es posible demostrar que el problema principal de la sociedad latinoamericana es la desigualdad que se está convirtiendo en un problema hereditario, pues la pobreza se reproduce en un círculo que es imposible de vencer si la sociedad misma sigue siendo inequitativa. ¿Cómo puede haber equidad mínima en una comunidad en que el primer quintil de la población cuenta con casi el sesenta ciento del ingreso del país, y dónde la pobreza extrema continúa manifestándose en cifras superiores a la de los años ochenta? Si hemos comprobado (Campos, 2003) que solamente una media de 13 años de estudio garantiza acceder al trabajo, ¿por qué no se ha extendido la cobertura educacional obligatoria a la educación media? Si sabemos que la educación es tan importante, ¿por qué en los Ministerios del ramo no se contratan verdaderos expertos en la materia y por qué razón los consejeros de la autoridad son designados solamente con criterio político? Este es solamente un reducido número de las preguntas que no tienen respuesta en nuestra sociedad. La enorme inversión realizada desde hace muchas décadas en el gasto social educacional amerita y más bien exige que se de una cuenta seria del por qué los avances son tan pequeños en calidad y equidad; deberíamos saber en forma transparente en que se gasta el dinero de todos y por qué no está dando frutos pese a que los sucesivos gobiernos, desde 1990, han aumentado el porcentaje del PIB en educación.
Analicemos el concepto de inequidad. Para el gobierno de Chile, en un documento de trabajo (Gobierno de Chile: 1992) era entendida de la siguiente manera, al referirse a ella específicamente:
“La educación debe ser gratuita para todos aquellos que no están en condiciones de pagarla. El gobierno debe distribuir sus recursos y canalizar los medios asignados a la educación preescolar, básica y media, de modo de asegurar una creciente igualdad de oportunidades en el acceso y la permanencia en ellas. Más allá de tal meta, el Gobierno orienta sus esfuerzos de acuerdo a un nuevo gran objetivo educacional: el logro de crecientes niveles de equidad en la distribución del saber que organizan y transmiten los diversos niveles del sistema. De este modo se busca superar las desigualdades sociales y étnicas, y evitar las discriminaciones por sexo en la oferta y calidad de las oportunidades educativas, dando por tanto especial atención a los sectores marginados, urbanos y rurales.”
En un meta-análisis de este lenguaje, entendemos que el Gobierno “distribuye sus recursos”, es decir, se auto-asigna propiedad de la riqueza de toda la nación y por tanto, puede distribuirla según su parecer y determina que su rol como Estado es de tipo subsidiario; por tanto la educación solamente ha de ser gratuita para quienes no puedan pagarla y finalmente, la igualdad se lograría mediante el saber que transmiten los diversos niveles del sistema (educacional). Entonces, deja sin responsabilidades en las grandes metas educativas al resto de la sociedad. Esta posición es concordante con las expresiones provenientes de la OEA y de los ministros de educación del continente. Por otra parte, de esta manera se ha entendido el rol del Estado en educación en todos lo niveles, desde la básica a la terciaria. En el lenguaje de la autoridad, el concepto de equidad es limitado y parece carecer de potencia para efectuar cambios en nuestra sociedad.
Los gobiernos democráticos que nos han dirigido desde 1990, no ha cambiado las reglas del actuar que dejó la dictadura en cuanto a la responsabilidad de las instituciones, donde apreciamos un doble estándar: los organismos creados por particulares en la educación superior pueden perder sus autorizaciones si no mantienen los estándares de calidad exigidos, aún cuando no reciban aportes directos del Estado; en cambio, toda la educación subvencionada, básica y media, que sí recibe un aporte directo, no sufre sanciones si su calidad es baja, sino que al contrario puede acceder a programas remediales como ocurre con el Programa denominado P. 900 que ayuda a las escuelas más deficitarias en rendimiento de sus alumnos. El Estado es generoso con su dinero pero no vigila lo suficiente y controla, en cambio, con rigor al sector privado en la educación superior, que por no producirle gasto alguno estaría libertando recursos que se podrían invertir en los aspectos deficitarios de la educación que el mismo Estado brinda.. Tampoco hay medición de la calidad de la enseñanza universitaria estatal ni sanciones establecidas porque no hay mecanismos para detectar falencias cualitativas.
Se ha demostrado una y mil veces que nuestra sociedad es inequitativa. Ahora podemos señalar que ante esa situación, la sociedad, el Estado y el gobierno deben hacer una nueva lectura del concepto de equidad, que se relaciona directamente con el de justicia social. Este último concepto no aparece en el discurso educacional, aunque sí en el de algunos polítólogos.
Para algunos tratadistas (Borja, R. 1997:370) el concepto de equidad es ambiguo, porque tiene dos acepciones: la política y la jurídica. El concepto jurídico es impreciso, pues no es sinónimo de justicia; en este caso particular, es un correctivo que se hace para que al hacer distinciones por razones no estrictamente jurídicas, por ejemplo éticas o compasivas, en casos particulares no se aplica una pena con la misma severidad que indica el código; es una especie de flexibilidad que no sacrifica la justicia, sino que la perfecciona o corrige, pero no suplanta a la ley. En la acepción política, la equidad se relaciona con la igualdad económica y de oportunidades para todos en el proceso que lleva al desarrollo del país.
Los economistas de filiación liberal, conservadora o neoliberal suelen preferir el crecimiento económico a priorizar objetivos de equidad, puesto que piensan que el crecimiento produce un derrame o goteo que beneficia a los más necesitados de la población. En cambio los economistas provenientes de ideologías socialistas, prefieren la equidad como concepto orientador de su accionar. El posicionismo extremo siempre produce un efecto negativo o perverso en la equidad buscada: un ejemplo fue el socialismo extremo de Salvador Allende en los años setenta que llevó al ahogamiento de la iniciativa privada en el país. El otro extremo lo vimos en la crisis de los años ochenta iniciales, en que el modelo neoliberal de Pinochet produjo una cesantía del 46% de la población activa, la quiebra virtual de los bancos comerciales y el abandono de la educación obligatoria para miles de niños cuyos padres cayeron en la extrema pobreza por las políticas crueles de los economistas del gobierno.
Siguiendo a Borja (1997:561), el concepto de justicia social se refiere a:
“ una multitud de bienes y servicios, tangibles unos, intangibles otros. La remuneración por el trabajo, el acceso a la educación y la cultura, la seguridad social, la distribución de la renta, la participación en el usufructo de los bienes y servicios que se producen con el esfuerzo colectivo, la participación en el desarrollo social, son todos ellos elementos de la justicia social”
Para Borja, en el concepto de justicia social están incluidos los conceptos de equidad y de igualdad. Esta última se entiende como la uniformidad de oportunidades, para que todas las personas tengan un mismo punto de partida o tengan la asistencia compensatoria para que puedan tener esa misma posibilidad que los otros. A esta altura de la exposición podemos preguntarnos que relación hay entre la educación y la justicia social, puesto que generalmente se piensa en forma dual, que la educación está para la enseñanza en todos los niveles del sistema y que la justicia social tiene que ver con el trabajo, la previsión y los ingresos de las personas. Estamos de acuerdo con Connell (1997:18-23) quien expresa que la relación de la educación con la justicia social se debe a lo menos a tres razones:
1. Porque la educación suele ser la principal empresa del Estado, por la inversión realizada y por la cantidad de personas involucradas en ella; es un bien público de primera importancia.
2. Porque si bien actualmente la educación es un bien público muy importante, lo será más en el futuro. Connell, a modo ejemplar, señala que la industria de la informática, asentada en el sistema educativo de los Estados Unidos, constituye un determinante importante en el crecimiento o en la recesión económica. 3. Porque la enseñanza es una empresa moral y no puede serle ajeno nada relacionado con la ética. Para Connell, si se privilegia a un niño sobre otro, está dando al favorecido una educación corrupta, porque le da ventajas sociales o económicas que desfavorecen a otros. Por lo mismo Connell no está de acuerdo con la educación separatista para superdotados, o en elevar las exigencias de ingreso a determinadas escuelas, y aún rechaza las escuelas para los más necesitados. Llama a esas modalidades “afrentas a la igualdad de oportunidades educativas”
Connell nos proporciona un punto de partida para el análisis de la relación entre la justicia social y la educación, tema que para nosotros está ligado en forma indisoluble. Esto porque sostenemos con firmeza que si existe una sociedad inequitativa, poseerá un sistema educacional igualmente poco equitativo, debido a que el microcontinuum social (el individuo, la familia, el barrio, la escuela) reproduce al macrocontinuum (la sociedad toda) con sus mismas características sociales.
En nuestro particular caso en estudio, la educación obligatoria de Chile, con su educación privada elitista, con sus escuelas y liceos públicos mal equipados, con sus maestros mal pagados, reproduce a la sociedad en que la distribución del ingreso es una de las más inequitativas del mundo.
Es grave constatar que la inequidad no solamente se traduce en la existencia de desiguales oportunidades ante la educación o el trabajo, sino que conlleva un diferencial intrínsicamente perverso, pues la educación, si es de mayor calidad, favorece, por ejemplo en el ingreso a las universidades de calidad, como son las estatales chilenas, en desmedro de los jóvenes provenientes de los sectores menos favorecidos económicamente, que obtienen puntajes menores en las pruebas de selección. A su vez, los más ricos pueden obtener créditos bancarios blandos porque son buenos candidatos para la banca comercial: tienen buenos antecedentes comerciales y capacidad demostrada de pago, con lo cual pueden pagar a la universidad en una forma conveniente en plazos e intereses. En el área privada, como las universidades reciben un aporte económico por los postulantes que están entre los 25 mil mejores puntajes en las pruebas de selección nacional, esas instituciones becan o cobran solamente parte de la colegiatura a sus estudiantes que merecen ese aporte, que para colmo de inequidad, no va a la familia interesada, sino que ingresa directamente a los fondos de la institución. En un modelo más equitativo, la familia podría recibir el dinero en un cheque nominativo a nombre de la universidad que escogiera, la cual entraría a competir con mejores servicios y beneficios relativos para captar a esos alumnos. Se produce en el mercado universitario, una competencia por dar posibilidades de crédito como parte del marketing y no vemos que la lucha por obtener buenos candidatos se refleje en una oferta de calidad académica, sino más bien se centra en esos créditos y en las grandes infraestructuras que se pueden crear al tener gran cantidad de estudiantes financiando el crecimiento.
En términos de iguales oportunidades, no existe tal si el niño ha recibido una enseñanza de pobre calidad debido a que es pobre. En el sistema de libre mercado, el que tiene más dinero compra una enseñanza mejor. La equidad, concebida como una igualdad de oportunidades, no existe en nuestro modelo económico neoliberal latinoamericano, contra todos los esfuerzos que se hacen.
La idea tan acariciada por algunos partidos políticos de universidad para todos es una falacia, puesto que no basta abrir más vacantes en las diversas carreras; no basta con becar a los estudiantes pobres por el monto de las colegiaturas. Un alumno, de cualquier nivel, necesita ropa, dinero para libros, para su desplazamiento y para comer y vestirse dignamente. En Chile, un tercio de los estudiantes de las universidades estatales deserta en el primer semestre de clases y me aventuro a estimar que casi todos lo hacen porque no tienen dinero para las exigencias mínimas de la vida universitaria.
Examinemos finalmente la relación entre la justicia social y la educación con la lógica de un argumento impecable: si estamos en presencia de una sociedad injusta y la educación tiene una relación directa con la justicia social, y que potencialmente y bajo ciertas condiciones, puede ser un factor remedial de la inequidad, entonces es una materia que debemos conocer, entender, divulgar y aplicar todos los educadores, como parte del acervo ético y del quehacer de nuestra profesión.
Se ha sugerido que el problema latinoamericano en educación no es solamente un asunto de dinero; estamos de acuerdo, porque para nosotros, lo que realmente falta es:
1. - Conocimiento experto sobre las causales de la inequidad y su tratamiento
2. - Decisión política para establecer y ejecutar políticas remediales
3. - Educar a la población sobre cuáles son sus derechos y obligaciones societarias en una comunidad democrática. 4. - Ubicar a las políticas sociales desde una perspectiva ética, desde un modelo teórico que resista a la crítica y pueda argumentar desde un macrocontinuum que lleve a objetivizar esas políticas en el microcontinuum objetivo y subjetivo. La educación pública fue en su momento en Chile –hasta los años sesenta del siglo XX- un éxito por su calidad, si bien la cobertura no era universal, pero se había avanzado bien y tenía sus logros, como ser un modelo para muchos países de Latinoamérica. Por tanto, es prematuro decir que no sirve y que mejor dejemos en el área privada todo lo que sea enseñanza. Sin embargo, si estudiamos lo que ocurre en los países desarrollados, en ninguno ha ocurrido tal cosa. En esas naciones, el Estado, eficiente y eficaz, es de pequeño tamaño, con una burocracia de excelencia; ha conservado en sus manos y bajo su atenta vigilancia el tema de la calidad, invirtiendo más cuando es necesario y sustentando incluso a las grandes universidades privadas, las que por la implementación necesaria para la enseñanza de pre y post grado y para la investigación que genera bienestar para los pueblos, son incapaces de auto-sustentarse económicamente. En esas universidades, prácticamente todos los académicos tienen el grado de doctor, a diferencia del nuestro, donde estos expertos son minoría.